Y tras el primer beso, llegaron más, unos tras otros, en cada rincón escondido, en cada rincón de la cama. Abrazos a la luz del día y caricias al anochecer. No hablamos del tema, lo dejas estar, ni lo terminamos, ni empezamos, simplemente continuamos. Y sin querer terminar acabándola, sin querer empezar acabados, volvimos a besarnos. Mirarnos a los ojos y acabar mirándonos los labios. Sin saber donde podemos acabar, cada día a tu lado tras una hora después de despertar. ¿Dos besos? ¿un beso? ¿y mañana? Amistades igual de importantes se rompieron por menos, y amistades como la nuestra se hicieron mas fuerte después del primer beso.